Retraso del desarrollo
La vejiga se ajusta a la cantidad de orina acumulada, como si de un globo se tratara; su interior está recubierto de un músculo que se contrae a medida que la vejiga se va llenando, creando la sensación de vejiga llena. El reflejo de la micción es innato, pero los seres humanos no son conscientes de la sensación de presión hasta los dos o tres años, momento en el que los niños pueden empezar a controlar voluntariamente la eliminación de la orina.
El hecho de que se controle esta expulsión se debe a que la vejiga tiene dos esfínteres, uno interno y otro externo. El interno es involuntario y, por lo tanto, permanece cerrado hasta que la vejiga se llena de orina, momento en el que se dilata para expulsarla. El externo es voluntario y es este el que permite a las personas orinar en el momento que deseen. Este esfínter está controlado por unos centros neurológicos situados en el cerebro, de manera que hasta que estos no maduren, el niño no será capaz de controlar la incontinencia.
Factor genético
No se conoce ningún gen asociado al trastorno, pero se ha observado que existe una predisposición familiar. El 85% de los casos presentan un pariente cercano al que le ha sucedido lo mismo. Y casi un 60% de los niños con enuresis nocturna primaria tienen un hermano o un progenitor que ha tenido el mismo problema.
Desórdenes del sueño
Cambios en el patrón de sueño pueden ser la causa de este trastorno.
Alteraciones de los niveles de la hormona antidiurética (ADH)
De manera normal, esta hormona se secreta en el cerebro, provocando que los riñones reduzcan la cantidad de orina. Por la noche los niveles de esta hormona aumentan, sin embargo, en los niños que padecen este trastorno, los niveles de esta hormona pueden encontrarse alterados, lo que tendría como consecuencia que la cantidad de orina no disminuya durante la noche.
Con menor frecuencia, también pueden ser causa de la enuresis:
- Alteraciones neurológicas.
- Infecciones urinarias.
- Malformaciones anatómicas de uréteres, vejiga y uretra.
- En la enuresis secundaria la causa casi siempre es psicológica. Aunque también puede estar originada por factores estresantes, una situación de maltrato o abuso sexual, infecciones o malformaciones del aparato urinario, o la presencia de alguna enfermedad.
Diagnóstico de la enuresis nocturna
Se deben realizar una serie de pruebas para hacer un diagnóstico de la enuresis nocturna:
Historia clínica para determinar si existen antecedentes de enuresis en la familia.
Examen físico: que consiste en palpación abdominal, examen de los genitales y posiblemente del ano y los reflejos de los miembros inferiores.
Análisis de orina.
Generalmente no se requieren radiografías de los riñones o de la vejiga, análisis de sangre, ni pruebas de imagen o de funcionamiento dinámico de la vejiga, a no ser que el médico lo considere oportuno, ya que es importante descartar algunas enfermedades como:
Diabetes mellitus.
Enfermedad crónica renal.
Anomalías congénitas de la médula espinal.
Vejiga neurogénica.
Anomalías congénitas del tracto urinario
Pronóstico de la enuresis nocturna
La enuresis nocturna no supone una amenaza para la salud del niño, salvo que esté relacionada con alguna otra afección física. Pero no hay que olvidar que el niño puede sentirse avergonzado e, incluso, sufrir una pérdida de la autoestima debido al problema, por lo que es importante apoyarle para que se sienta seguro. En cuanto al pronóstico de la enuresis, hay que señalar que la mayoría de los niños responden a algún tipo de tratamiento, aunque puede tardar semanas o meses en empezar a funcionar.
La enuresis nocturna no se considera patológica antes de los cinco o seis años de edad, sino que se entiende como una característica normal del desarrollo. Generalmente, tiende a mejorar de forma espontánea en la pubertad. Además, teniendo en cuenta el factor genético, muchos niños dejarán de orinarse a la edad en que lo consiguieron sus padres/hermanos.
Por el contrario, la enuresis que se inicia en la adolescencia puede tener peores connotaciones, por estar relacionada con una mayor psicopatología y resultar más difícil de corregir.
Actualmente existen en España alrededor de 500.000 personas con enuresis. De las cuales:
15–20% son niños entre cinco y seis años.
6–8% son niños con 10 años.
1% son adolescentes a partir de 15 años.
0,5% son adultos
Tratamiento de la enuresis nocturna
Es importante no demorarse en el inicio del tratamiento de la enuresis nocturna, para resolver el problema cuanto antes y evitar al niño problemas sociales, ya que puede ser una fuente de gran tensión emocional que afecte a sus relaciones con el entorno.
En el tratamiento de la enuresis nocturna, los padres tienen un papel fundamental para mejorar la situación del niño.
Se debe desdramatizar el problema. Hay que hacer todo lo posible para que el niño entienda que no debe mojar la cama y que debe hacer un esfuerzo por controlar la orina, pero sin enfadarse cuando no lo consiga, ya que los castigos y las reprimendas no le ayudarán. El aprendizaje del niño lleva su tiempo, por lo que hay que tener paciencia. Animarlo es la mejor manera de enfrentar el problema.
Hay que prestar especial atención y asegurarse de que el niño va al baño con la frecuencia adecuada durante el día y, sobre todo, de que no retenga la orina durante periodos prolongados de tiempo.
Además, deberá orinar antes de irse a dormir para que la vejiga tenga la menor cantidad de orina posible durante la noche.
Levantar al niño a media noche para que vaya a orinar no es útil, puesto que él no aprende a despertarse solo.
Puede ayudarle saber que otros han estado en su misma situación.
Por otro lado, el niño puede realizar una serie de tareas incluidas dentro del tratamiento de la enuresis nocturna:
Puede realizar un calendario en el que registre las noches secas y las húmedas, donde irá viendo sus progresos, y los padres le pueden incentivar con algún premio cuando vaya mejorando.
Realizar actividades que mejoren la capacidad vesical como, por ejemplo, detener la micción varias veces cuando esté orinando.
Se aconseja que el niño cambie su pijama y las sábanas que ha mojado, no como castigo, sino para que sea consciente del problema.
Existe un método con una alta tasa de efectividad. Se trata de las alarmas que despiertan al niño cuando este comienza a orinar, de manera que es consciente de lo que ocurre y puede levantarse e ir al baño. Las más modernas adoptan forma de reloj de pulsera con sensores de humedad muy pequeños que se deben situar en la ropa interior.
Igualmente, el médico puede considerar necesario prescribir un tratamiento farmacológico como desmopresina, que es un análogo de la hormona antidiurética y provoca una reducción de la enuresis. Sin embargo, esta reducción se presenta casi exclusivamente mientras se está administrando el fármaco, reapareciendo los episodios de enuresis cuando cesa el consumo del mismo, de manera que se debe complementar con las alarmas. Hace tiempo se utilizada imipramina, que es un antidepresivo tricíclico que provoca un efecto similar a la desmopresina y es más barato; sin embargo, produce efectos secundarios más adversos.
Por supuesto, si la causa de la enuresis es física, se deberá tratar según lo indicado para cada caso y, si fuese psicológica, es preciso acudir a un psicólogo.
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